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Andanzas
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Me gustaría poder contar historias de aquí, pero estuve tan poco tiempo y todo fue tan rápido, que todavía no logro acomodar las ideas. La ciudad estaba a reventar, y no era para menos ya que fui justo en la semana de la Ferragosto[0] y todo el país se encontraba de vacaciones. La parte vieja está hermosa, del resto no puedo comentarles ya que no tuve el gusto, y, contra las falsas aseveraciones sobre ésta debo aclarar que no tiene mal olor. La tarde terminó con un panino de prosciutto crudo, muy rico y económico. Nota: Si un día te encuentras por acá y deseas entrar a alguno de los restaurantes... procura leer bien las letras pequeñas. Al ver los precios de la carta, uno puede pensar que sólo es ligeramente más caro, pero aquí cobran todos los gastos por separado, incluso el jabón que emplean para lavar los trastos. Gracias a Buffoon por el tip. [0] Fiesta que se celebra desde hace mucho tiempo el 15 de agosto. En un principio se celebraba a la diosa Diana, luego el fin de la cosecha, y con la llegada de la religión católica, la asunción de la Virgen María al cielo.
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Pasé una semana en Tirol del sur[0], una región que perteneció al imperio Austrohúngaro hasta 1919 y que ahora forma parte de Italia; no obstante la mayoría de sus habitantes sigue hablando alemán. Los primeros días me quedé en casa de los Diana, Elisa y Matthias, en Brixen[1] y estuvieron llenos de pasta, lasagna y pizza. El miércoles pasamos a Villanders[2] a recoger a Michael y tuvimos una reunión amenizada con rolas italianas y mexicanas. El jueves fuimos a una de las fiestas del Summer Emotions... son realmente increíbles, música en vivo, y para todos los gustos, por todo el centro de la ciudad y la gente totalmente dispuesta a pasar una velada agradable. El viernes nos fuimos Buffoon[3] y yo a Geisler, luego de un largo ascenso reposamos en Glatsch acompañados por un delicioso apfelstrudel[4]. Ese día cambié mi sede a Klausen[5], donde degusté un exquisito knödel[6] y tuve la oportunidad de compartir con mucha gente local. El lunes por la mañana partí a Bozen[7]donde tomé el tren rumbo a Venecia. Notas:- Aquí, a diferencia del resto de Italia, saludas a las personas del sexo opuesto con tres besos en lugar de dos. - Toda la semana estuvo llena de ribe[8], lamponi[9], more[10], macchiato, grappa y cerveza. [0] Südtirol en alemán, Alto Adigio en italiano. [1] Bressanone en italiano. [2] Villandro en italiano. [3] aka Christopher y a últimas fechas aka cuña'o. [4] Strudel de manzana. [5] Chiusa en italiano. [6] Bolas de pan con speck[11], bañadas en una salsa de hongos enanos de la región. [7] Bolzano en italiano. [8] Grosella alpina. [9] Frambuesa. [10] Mora azul. [11] Panceta.
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Voy rumbo a Italia, justamente cruzando un sembradío enorme de girasoles, enfrente, un macchiato, a un lado, el amor de mi día, en los odios un beso grande, creo que no hay más que decir...
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Definitivamente una ciudad sobrevaluada. No, no me malinterpretes, es un lugar hermoso, y caminar por el Karlův most[1] durante la noche es algo que no se puede hacer en cualquier parte. El problema no es Praga, sino que es tanto lo que se dice, que uno todavía espera más. Aquí los locales no fueron tan amables, no fueron amables en lo absoluto, pero para mi suerte la ciudad de las 100 torres está repleta de turistas que si lo son. Justo ayer por la noche platicaba con Andrea sobre el hecho de que ya estoy algo cansado de visitar museos e iglesias, pero aquí mismo he tenido que morderme la lengua y es que cómo permanecer indiferente a la katedrála sv. Víta[2], o cómo no asistir a una exposición de Dalí. En fin, los dejo que acaba de llegar un buen plato de goulash, ¡provecho! [1] Puente de Carlos. [2] Catedral de San Vito.
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Hoy me encuentro en la ciudad que, según la leyenda, fue fundada por un pescador humilde y una sirena. Wars siguió el consejo de Sawa, su amada compañera, y así ambos fueron los primeros habitantes de lo que ahora se conoce como Warszawa, o bien, en español Varsovia. Dejando los cuentos para otra ocasión daré un salto a la cruda realidad con el fin de hacer público mi asombro. ¿Alguno de ustedes podría decirme los idiomas, que a su entender, debiera de dominar una persona que trabaja en una caseta de información turística dentro de una terminal internacional? Quien haya respondido: basta con que hable polaco y un poco de alemán puede pegarse una estrella, del color que más le guste, en la frente, y si no es mucha la molestia le pediría me lo explicara. Para mi suerte una dulce señorita polonesa, de ojos azul hermoso enmarcados por unos lentes de armazón café obscuro, llegó en mi auxilio[1]. Se despidió con una sonrisa, moviendo la mano izquierda a la altura de su rostro, al otro lado de la puerta, mientras el tren, y por ende yo también, nos alejábamos de la plataforma número 2. La tarde me encontró por la parte de la ciudad que fue reconstruida después de la segunda guerra mundial. El hambre me hizo probar un delicioso saverkraut con carne de cerdo, tocino y hongos. El huequito, o tal vez alguna remembranza sueca, me ha llevado a acompañar la puesta de sol[2] con un lody de pomelo[3]. Así, sentado sobre la muralla que rodea al stare miasto[4], mientras disfruto del helado y les platico, no ha parado de distraerme un partido improvisado de football que se lleva a cabo en el Barbican, originado por un lepe de escasos 4 años, que a unos 15 pasos de su mamá decidió dejar correr el balón, que rodó y rodó hasta encontrar los pies de una polaca con un excelente sentido del humor y magia en las piernas. [1] Empiezo a notar situaciones recurrentes en mis relatos, pero qué le voy a hacer si la fórmula funciona. [2] Quien por fin ha dejado ese libertinaje y retomado su horario habitual, por lo menos para mayoría. [3] Toronja, por si como yo, no lo sabías. [4] Barrio antiguo.
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