Ayer salimos de Oaxaca rumbo a la Mixteca, después de unas quesadillitas de chapulines, flor de calabaza, huitlacoche y hongos (no de los que estas pensando... son más como champiñones), cada una con su queso Oaxaca y epasote. El paisaje es similar al de Arizona (tierra roja, cortes en los cerros, etc), hay un convento muy impresionante (¿y la foto? bueno, se aceptan donativos para una cámara). Comimos tacos, yo, como siempre, pedí 4 para empezar... cuál fue mi sorpresa al ver el tamaño de las tortillas del lugar, son como tortillones (digo, tampoco como los de Hermosillo) apenas me los acabé.

Por ahí de las 7 salimos mi tío Paul y yo rumbo al D.F.. Hay un poblado cada 30 km (o menos), y con él, topes, vibradores, reductores de velocidad que se encuentran señalados justamente a la altura en que están. ¿Era mucho problema ponerlos 10 metros antes de perdida? Nos topamos un gato montés. En la gasolinera del pueblo más grande encontramos una tienda de conveniencia llamada Xoxo (con los nombres que he visto últimamente hasta dudo que sea un intento de copia de la otra tienda) y ahí nos regalaron unos calendarios con chicas en paños muy menores; el encargado juró que una de las modelos había ido el día anterior a firmar autógrafos.

Por fin llegamos a Puebla, donde tuvimos que avanzar más de 4 km antes de que apareciera el primer letrero indicando la ruta al D.F.... lo adivinaron, estaba justo en la entrada, por lo que nos tuvimos que regresar. Llegamos al aeropuerto a las 11 pm donde mi tío no me dejó seguir sin la ayuda de un taxista que muy amablemente me escoltó hasta la colonia Nápoles. ¿Qué esperaban? No conozco la ciudad.

Ahora me encuentro a 1 cuadra del W.T.C. alistándome para ir al último día del Consol y saludar a la banda linuxera del país.