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Re: Ella (Princesa y cuento)

V. escribió:
> Tenia rato sin hablarles ¿no? Ya ven, ya ven, siempre hay razones,
> pero bueno este no es un espacio para soltarme la lengua, hahaha,
> ¿o si? Hahaha..
>
> Bueno y ¿hoy a qué vengo? Pues a charlar un ratito, a contarles
> otra de princesas, de esas historias que me gusta narrarles…
> Pero esta es, un poquito diferente, ¿por qué es diferente? Porque
> nunca había escrito una sin saber el final…
>
> ¿Y quién es ella? Ella es de otro mundo, ella no es de por aquí, hay
> días que ella misma dice que no existe, ¿y cómo la encontré? Como
> podrán imaginarse, la conocí leyendo, ella no era parte del cuento,
> no era personaje principal ni secundarios, ni de esas caras
> desconocidas que se ven en las concentraciones sociales, no estaba
> ni el prólogo, ni en epilogo, ni siquiera en las pastas, ella, era la
> escritora. Yo creo que lo interesante del asunto es el pasar de autora
> a princesita rosa, los comos y los porques, el volverte leyenda o
> sueño, el convertirte en pesadilla convencional, en ilusión, pero lo
> verdaderamente extraño, es que ella ya era eso pero no se había
> dado cuenta, escribía sin saber que ella era un cuento, igual a veces
> se daba cuenta, pero seguía normal, o bueno dentro de lo que cabe…
>
> Y bueno ¿cuál es la historia que vengo a decirles?
> Ninguna, solo quería hacerles saber que sigo escribiendo, que sigo
> vivo. Y que a veces cuando escribo, cierro un ojo.

Yo solía gustar de la lectura, no sólo eran libros sobre pingüinos, ñus, y otros animales como lo son ahora, no, antes, también disfrutaba de las historias, de los cuentos y novelas... ¿Tienes un par de minutos? Te platico.

Un día, un compañero de la universidad me presentó un libro afirmando que era el mejor de todos, yo lo tomé con algo de desconfianza ya que no tenía ni una sola hoja doblada, la pasta estaba en perfectas condiciones y demasiado bonita... parecía una casa de muñecas más que un texto interesante. No puede ser tan bueno, pensé, pero por no desairarlo lo llevé a casa. Ese día no hubo plan, la tv transmitía la porquería habitual, y la conexión a internet estaba muerta. Más de una vez me rehusé a tomarlo, pero como iban ya varias noches que la luna no había salido, dije ¿qué más da? Contaba la historia de un tipo al que una cubana, que nunca le juró amor, le había raptado el corazón. Vaya tema trillado, podrás estar pensando, y sí, te concedo ese punto, pero la manera de escribir tenía algo, no era habitual su ingenio para disponer así de los personajes ni el trazo de la historia, al terminarlo rápidamente busqué en la portadilla para leer sobre el autor. Ahora ya sabía algunas cosas, era mujer, tiene la melena larga y las ideas también. Sin reparar en ser cuidadoso, regresé el libro sin dañarlo, tal cuál me lo había prestado, y me olvidé de ese asunto.

A los pocos días, traté de retomar un cuento que jamás vio la luz, pero vamos, que sólo estaba compuesto de palabras largas, que son tristes a la hora de salir, y no más. Tal vez me cansé de esperar el final feliz, así que terminé borrando ese archivo y con la pantalla en blanco, redacté a un personaje, de esos que no han venido a pedir que los quieras. No supe ni cómo, pero este héroe terminó enamorando a la fulana de la Habana...

A los pocos días se presentó la escritora, estaba interesada en conocer la manera en que se habían dado las cosas para desembocar en un idilio. Yo justifiqué la mala memoria alegando ser un caballero, pero me valí de un par de trucos para mantener la comunicación... en aquellos tiempos me era fácil retener la atención de las mujeres jóvenes. Poco a poco nos fuimos conociendo, a la par que nuestros cuentos se empeñaron en entrelazarse. Más de uno de mis legionarios partió, sólo con lo que llevaba puesto, hacia alguna costa, donde solían habitar sus princesas. Algunos de ellos encontraron un final feliz y se quedaron por allá, otros regresaron con el corazón hecho pedazos, y unos cuantos, la mayoría en realidad, se perdieron, o se convirtieron en rebeldes vagabundos errantes en textos ajenos. Era fascinante encontrar lugares ajenos en mi propios relatos, descubrir el paradero de alguno de mis cabos en los suyos, incluso llegamos a tener personajes que ninguno de los dos habíamos creado, pero lo realmente excitante era el honor de tener a alguna princesita, en sus diferentes presentaciones, como huésped. En un esfuerzo por mantener la sensatez dentro de nuestras creaciones acordamos, ella y yo, que yo no trataría de retratar a mis soldados con las cualidades que me gustaría poseer, a cambio, ella, no se calcaría en el papel.

De ese modo, nuestros lectores no batallaron más en seguir la trama, dejaron de preguntarse por qué llegaban, como un ladrón, personajes ajenos a romper las historias que mantenían su atención. A ellos, eso los hizo felices, o por lo menos eso quiero creer; a ella, eso la llevó lejos, más lejos de lo que una visita casual podría justificar; y a mi, a mi me metió en problemas, mis guerrilleros se fugaron, mis manos hicieron huelga, mi cabeza dejó de consultar sus decisiones conmigo y mi corazón empacó empujando el viento y siguió con sus pasos hacia el mar, dejando en su lugar a la nostalgia que nos trae la soledad. Considero que esto hubiera tenido un desenlace diferente si a ella le hubieran sobrado un par de años, o a mi un poco de fuerza; aunque debo admitir que parte de su encanto era precisamente su manera de ir descubriendo el mundo.

Pasó el tiempo y justo ahora con tantos adelantos tecnológicos encaminados a comunicarnos, nos volvimos a encontrar, y dejamos los sobrenombres para otra ocasión. Ella, bajó del trono, yo, yo me quité el uniforme de sargento, y nos quedamos solos acortando la distancia, y pronunció miles te quieros sin hablar. Cuando tocó mi turno, los astros se rieron otra vez y desarmado ya me vi, así que no pude evitar quedarme en silencio, fue tanta la felicidad de un solo golpe que no supe responder... se perdió la conexión.

Estoy seguro que ella lo sabe, y no dice nada, de modo que he convencido a mis manos de seguir pulsando historias en este teclado. Para no faltar a mi promesa ahora cuento cuentos de princesas, de todas maneras mis escuderos desertaron, con la esperanza de que ella haga lo propio y narre las aventuras de cualquier clase de barbaján que logre continuar la historia que nunca comenzó.

Es tan fácil volver al pasado y aferrarse a una ilusión, lamentarse de un amor frustrado y de lo que no sucedió... No me malinterpretes, no es mi intención advertirte que no la hagas un personaje principal de tus cuentos, de hecho no trato de aconsejarte en lo absoluto, creo que sólo ha sido un desahogo ya que me daba rabia que todo este anhelo se pudriera en el silencio... sin contarlo.

M.

PS: Disculpa pero creo que al contestarte me encontraba bastante influenciado por el nuevo disco de Edgar Oceransky Solo... ni tan solo.

Update: Pues V. por fin publicó el pod donde narra este cuento, lo pueden escuchar aquí: Ella (Princesa y cuento)

#1 Re: Re: Ella

mibito, <> / 16 Mayo, 5:17pm  
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neeeecesitas escribir más que luego uno entra y entra y no hay nada...

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#2 Re: Re: Ella

ita(webo), <> / 16 Mayo, 6:21pm  
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no todas las autoras-princesa son tan ivol. algunas aunque resultamos dragones de cuento sabemos querer bastante. suerte para la proxima, no hay nada mas que decir ni hacer que seguir intentando, ja! que optimista, ni yo me la crei.

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#3 Re: Re: Ella (Princesa y cuento)

bonj, <> / 12 Diciembre, 3:12am  
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=D

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#4 Re: Re: Ella (Princesa y cuento)

yanina, <> / 17 Septiembre, 3:16pm  
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quiero saber como haces un cuento
con
-hadas
-princepes o princesas
-algun don o maleficio
chau
cuidate
bye bye
=d

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#4.1 Re: Re: Re: Ella (Princesa y cuento)

m77, <> / 28 Septiembre, 11:27am  
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Los cuentos siempre están ahí, es sólo cuestión se querer verlos.
A mi me ayuda mucho ser el mejor amigo de la princesa.

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